La madriguera del conejo

Me compré mi primera cámara en 2018, sin tener ni idea (cero, nichts, null) de fotografía. Elegí la que me recomendó un familiar, porque era digital, me encajó de precio y me pareció bonita. No sabía que estaba comprando un equipo con sensor MFT (micro cuatro tercios) y lo que eso significaba. Tampoco sabía manejarla en manual. Pero era muy bonita.

Con esa cámara y su objetivo todo terreno de kit me fui a Japón. El otro objetivo del kit, un tele medio, no me lo llevé porque no sabía para qué servía. Hice muchas, muchas fotos. La mayoría una birria, algunas que estaban bien para dar envidia a los amigos (yo he estado en Japón y tú no) y unas poquitas, media docena o así, son aceptables.

Si no sabía manejar la cámara, tampoco sabía absolutamente nada de "todo lo demás", léase: medición de luz, temperatura de color, profundidad de campo, composición, etc. Así que es un milagro que de 1.800 fotos haya 6 "publicables". Podría decirse que las fotos, más que mías, son del ingeniero japonés que programó el software de la cámara.

Después de ese viaje la cámara quedó en un cajón y me olvidé de ella. Hasta la dichosa pandemia. Por aquel entonces yo vivía en Alemania y al acabar mi proyecto allí decidí que tenía que parar. Sentía que los últimos años habían sido una huida hacia delante y no podía permitirme seguir con ese ritmo, ni por mi salud física ni por la mental. Paré.

Echaba muchísimo de menos viajar, así que lo primero que hice al regresar a España fue buscarme un destino. Sri Lanka (inciso: es un país maravilloso. Si tienes la oportunidad de ir no lo dudes). Me llevé la cámara, hice muchísimas fotos... y todas son una basura.

En serio, no es falsa modestia. De ese viaje solo pude salvar las que hice con el móvil, porque se me ocurrió poner la cámara en manual sin saber ni cuántos vértices tiene el triángulo de exposición (spoiler: tres). Poco me pasó.

Así que a la vuelta me apunté al curso presencial de iniciación a la fotografía de Pete Sánchez, que no solo me explicó los básicos del manejo de una cámara, sino también una introducción a la posproducción digital. Incluso llegamos a manejar un flash. Así sí, pardiez.

De pronto, todo empezó a cobrar sentido.

Entendí qué tenía que hacer para que no se me quemaran los cielos.

Entendí cómo conseguir congelar las gotitas de agua de una fuente.

Entendí... tantas cosas, que fue un shock. ¡Resulta que podía decidir yo qué quería capturar y cómo hacerlo, no la cámara!. Que podía sacar dos fotos completamente diferentes de la misma escena variando los parámetros de exposición. OHHHHHHHHHH.

Para el siguiente viaje, a Namibia, ya me había comprado dos objetivos más, sabiendo lo que hacía. Un fijo y un tele largo. Aunque las fotos que hice allí no son para publicar en National Geographic, hay unas cuantas bastante chulas, que acabé imprimiendo en un fotolibro para guardar de recuerdo.

Y entonces entró en mi vida Germán Ruiz, que organiza viajes fotográficos por Asia. Me apunté al de Vietnam y Camboya, creyendo que era la oportunidad de empezar a hacer mejores fotos de viaje. En buena hora.

Salieron las mejores fotos que he hecho en mi vida.

Fotos como esta:

Svay Romeat Pagoda, Siem Reap, Camboya

¿Es un fotón o no es un fotón? Es un fotón.

En ese viaje descubrí que el gadget más valioso de un fotógrafo son sus propios ojos, porque las fotografías se hacen primero mirando y pensando. Luego ya, si eso, sacas la cámara.

Volví enganchadísima. Como el personaje de Lewis Carroll, esta Alicia se había caído de lleno en la madriguera del conejo. La fotografía, con sus casi 200 añitos, es un mundo inabarcable que da para varias vidas. Cada vez que dominas una técnica, aparece algo nuevo o descubres a un fotógrafo que te desmonta las certezas. No tiene fin, y quizás por eso es tan adictiva.

Me sigo considerando principiante, pero ahora practico mucho y sé mucho más. Sigo cometiendo errores, obviamente, como esos horizontes torcidos tan marca de la casa que he decidido que era un buen nombre para el blog.

En suma, soy muy feliz de haberme caído en la madriguera del conejo fotográfico. Y de abrir este espacio para compartir mi aventura contigo.

Notas:

  • Ningún enlace de este artículo es afiliado.

  • La ilustración de inicio ha sido generada con Sora IA.

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¿Quién inventó la fotografía?